LA FÁBULA
La
fábula nació en las
antiguas culturas de Oriente, concretamente en la India, y con un afán
didáctico o de enseñanza, para educar a los hijos de los nobles e infundir en
ellos valores y virtudes que les ayudaran a convertirse en gobernantes (Panchatantra).
Debido
a su intención, brevedad y fácil comprensión, estos relatos se difundieron por
Oriente y llegaron a Europa gracias a navegantes. En Grecia fue Esopo quien retoma el género. En Roma,
Horacio y Fedro se inspiraron en
Esopo para escribir sus textos morales. También se cultivaron en la Edad Media
(Arcipreste de Hita) y en el Renacimiento. En los siglos XVII y XVIII la fábula
tuvo un gran auge, al escritor francés La
Fontaine (1621-1695), Jean-Pierre Claris de Florián (1755- 1794), el inglés John
Gay (1685-1732) y los españoles Félix
María Samaniego (1745-1801) y Tomás
de Iriarte (1750-1791) quienes consagraron definitivamente el género en
Europa. Félix María Samaniego fue el continuador inmediato de La Fontaine en
España. Inspirado en este, también tradujo y se remitió constantemente a Esopo
y Fedro.
Las fábulas y
los apólogos se utilizaron desde la Antigüedad grecorromana
por los esclavos pedagogos para enseñar conducta ética a los niños que
educaban. La moral deducida de estos ejemplos era la del paganismo:
es imposible cambiar la condición natural de las cosas, incluida la condición
humana y el carácter de las personas. Con el tiempo, el Cristianismo
sustituyó esta concepción del mundo por otra que presuponía en el hombre la
posibilidad de cambiar su naturaleza, con un juicio moral
incluido. Esopo
y Babrio,
entre los autores de expresión griega, y Fedro
y Aviano
entre los romanos, han sido los autores más célebres de fábulas y han servido
de ejemplo a los demás. Con la revitalización de la Antigüedad clásica en el
siglo XVIII y su afán didáctico y educador comenzaron a escribirse fábulas; en
el siglo XIX, la fábula fue uno de los géneros más populares, pero empezaron a
ampliarse sus temas y se realizaron colecciones especializadas. En el siglo XX
el género se cultivó ya muy poco.
Uno de los
temas más tratados en las fábulas, son los vicios (envidia, engaño y burla), a
través de los cuales, se pretenden dar unas pautas morales y de conducta a
través de una ejemplificación accesible y didáctica. La lectura de estas sencillas
composiciones ha sido alimento espiritual de generaciones enteras.
Pero la fábula ha evolucionando en el siglo XX y ha ido
perdiendo su carácter moralizante. Citamos a la escritora inglesa Beatrix
Potter. A Beatrix le interesaron
mucho los animales desde pequeña. Muchos de los protagonistas e ilustraciones
son de animales domesticados que tuvo en casa.
Conejos, ardillas,
ratones, gatos, erizos, ranas, ocas, tejones, cerdos, zorros… habitan en sus
cuentos. Pero son animales muy muy especiales… Tienen cualidades
como las personas: ingenuos, engreídos, amables, ariscos, lectores,
temerosos, pícaros, valientes… A través de estos singulares animales
llegas a conocer bastante bien los comportamientos y actitudes de los humanos.
Aunque
aparecen en los cuentos hombres, mujeres y niños, siempre lo hacen como
personajes secundarios.
Características:
-
Forma
alegórica.
-
Sus
personajes son animales que se caracterizan por sus vicios y virtudes.
-
Carácter
moralizante. Suele acabar con una moraleja.
-
Brevedad.
El águila, el cuervo y el pastor
|
||
Lanzándose
desde una cima, un águila arrebató a un corderito.
La vio un
cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con
tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y
batiendo al máximo sus alas no logró soltarse.
Viendo el
pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se
lo llevó a sus niños.
Le
preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:
- Para mí,
sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente
estás preparado, no en lo que no te corresponde.
(Autor:
Esopo).
LA ZORRA Y EL CUERVO GRITÓN (ESOPO) Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne y se retiró a un árbol. Lo vio una zorra. Deseando apoderarse de aquella carne, empezó a halagar al cuervo. Elogiaba sus elegantes proporciones y su gran belleza; agregaba, además, que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz. El cuervo, para demostrarle a la zorra que no le faltaba voz, soltó la carne para lanzar con orgullo fuertes gritos. La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne. Le dijo: -Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría para ser el rey de las aves.
Cuando te adulen, con más razón debes cuidar de tus bienes.
La raposa y el cuervo (Arcipreste de Hita, siglo XIV)
Un día la raposa, con gran
apetito andaba,
cuando vio a un cuervo negro
que en un árbol se hallaba:
un gran pedazo de queso en la
boca llevaba,
ella con su lisonja, muy bien
lo saludaba.
<<¡Oh cuervo tan
apuesto, del cisne eres pariente
con blancura y donaire,
hermoso, reluciente;
mejor que cualquier ave
cantas, más dulcemente,
si un cantar tú dijeres,
valdría como veinte.
Mejor que la calandria, mejor
que el papagayo,
mejor gritas que el tordo, el
ruiseñor y el gallo,
si cantases ahora, todo el
peso que traigo
me quitarías presto, más que
cualquier ensayo>>.
Creyose, pues, el cuervo que
su buen gorjear
placía a todo el mundo más que
cualquier cantar,
creía que su lengua y su mucho
graznar
alegraba a las gentes más que
cualquier juglar.
Comenzó así a cantar y su
canto a ejercer,
y el queso de su boca se le
llegó a caer;
la raposa en el acto, se lo
vino a comer;
el cuervo, por el daño, se
hubo de entristecer.
Falso honor, vanagloria, reír
de modo falso
dan pesar y tristeza y daño,
sin retraso,
muchos piensan que guarda el
viñador el paso,
pero es un munequillo puesto
sobre el cadalso.
Cuento
V
(Don
Juan Manuel)
De
lo que aconteció a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el
pico
Hablando otra
vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, díjole así:
-Patronio, un
hombre que se dice amigo mío me empezó a elogiar mucho, dándome a entender que
yo tenía mucho mérito y mucho poder. Cuando me hubo halagado de esta manera
todo lo que pudo, me propuso una cosa que a mí me parece que me conviene.
Entonces el
conde le contó a Patronio lo que su amigo le proponía, que, aunque a primera
vista se dijera provechoso, ocultaba un engaño, del que Patronio se apercibió.
Por lo cual dijo al conde:
-Señor conde
Lucanor, sabed que este hombre os quiere engañar, dándoos a entender que
vuestros méritos y vuestro poder son mayores que en la realidad. Para que os
podáis guardar del engaño que quiere haceros, me gustaría que supierais lo que
sucedió al cuervo con la zorra.
El conde le
preguntó qué le había sucedido.
-Señor conde -dijo
Patronio-, el cuervo encontró una vez un pedazo muy grande de queso y se subió
a un árbol para comer el queso más a gusto y sin que nadie le molestara.
Estando así el cuervo pasó la zorra y, cuando vio el queso, empezó a pensar en
la manera de poder quitárselo. Con este objeto dijo lo siguiente:
-Don Cuervo,
hace ya mucho tiempo que he oído hablar de vuestras perfecciones y de vuestra
hermosura. Aunque mucho os busqué, por voluntad de Dios o por desdicha mía, no
os vi hasta ahora, que hallo que sois muy superior a lo que me decían. Para que
veáis que no me propongo lisonjearos os diré, junto con lo que las gentes en
vos alaban, aquellos defectos que os atribuyen. Todo el mundo dice que como el
color de vuestras plumas, ojos, pico, patas y garras es negro, y este color no
es tan bonito como otros colores, el ser todo negro os hace muy feo, sin darse
cuenta de que se equivocan, pues aunque es verdad que vuestras plumas son
negras, su negrura es tan brillante que tiene reflejos azules, como las plumas
del pavo real, que es el ave más hermosa del mundo, y, aunque vuestros ojos son
negros, el color negro es para los ojos mucho más hermoso que ningún otro, pues
la propiedad de los ojos es ver, y como el negro hace ver mejor, los ojos
negros son los mejores, por lo cual los ojos de la gacela, que son más oscuros
que los de los otros animales, son muy alabados. Además, vuestro pico y
vuestras garras son mucho más fuertes que los de ninguna otra ave de vuestro
tamaño. También tenéis, al volar, tan gran ligereza, que podéis ir contra el
viento, por recio que sea, lo que ninguna otra puede hacer tan fácilmente como
vos. Fuera de esto estoy convencida de que, pues en todo sois tan acabado y
Dios no deja nada imperfecto, no os habrá negado el don de cantar mucho mejor que
ningún otro pájaro. Pero, pues Dios me hizo la merced de que os viese, y
contemplo en vos más perfecciones de las que oí, toda mi vida me tendría por
dichosa si os oyese cantar.
Fijaos bien,
señor conde, que aunque la intención de la zorra era engañar al cuervo, lo que
dijo fue siempre verdad. Desconfiad de la verdad engañosa, que es madre de los
peores engaños y perjuicios que pueden venirnos.
Cuando el
cuervo vio de qué manera le alababa la zorra y cómo le decía la verdad, creyó
que en todas las cosas se la diría y la tuvo por amiga, sin sospechar que esto
lo hacía por quitarle el queso que tenía en el pico. Conmovido, pues, por sus
elogios y por sus ruegos para que cantara, abrió el pico, con lo que cayó el
queso en tierra. Cogiólo la zorra y huyó con él. De esta manera engañó al
cuervo, haciéndole creer que era muy hermoso y que tenía más perfecciones de lo
que era verdad.
Vos, señor
conde Lucanor, pues veis que, aunque Dios os hizo merced en todo, ese hombre os
quiere persuadir de que tenéis mucho más mérito y más poder, convenceos que lo
hace para engañaros. Guardaos bien de él, que, haciéndolo, obraréis como hombre
prudente.
Al conde agradó
mucho lo que Patronio le dijo e hízolo así, y de esta manera evitó muchos
daños. Como don Juan comprendió que este cuento era bueno, hízolo poner en este
libro y escribió unos versos en que se expone abreviadamente su moraleja y que
dicen así:
Quien te alaba lo que
tú no tienes,
cuida que no te quite
lo que tienes.
EL RATÓN Y EL LEÓN (Samaniego)
Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia.
Al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
(no dijera más Tito) : “¡Te perdono!”
Poco después cazando el león, tropieza
en una red oculta en la maleza.
Quiere salir; mas queda prisionero.
Atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega, roe diligente
los nudos de la red, de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la
fiera.
Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
|
INTRODUCCIÓN
A LAS FÁBULAS PARA ANIMALES (A. González)
Durante muchos siglos
la costumbre fue ésta:
aleccionar al hombre con historias
a cargo de animales de voz docta,
de solemne ademán o astutas tretas,
tercos en la maldad y en la codicia
o necios como el ser al que glosaban.
La humanidad les debe
parte de su virtud y su sapiencia
a asnos y leones, ratas, cuervos,
zorros, osos, cigarras y otros bichos
que sirvieron de ejemplo y moraleja,
de estímulo también y de escarmiento
en las ajenas testas animales,
al imaginativo y sutil griego,
al severo romano, al refinado
europeo,
al hombre occidental, sin ir más
lejos.
Hoy quiero —y perdonad
la petulancia—
compensar tantos bienes recibidos
del gremio irracional
describiendo algún hecho sintomático,
algún matiz de la conducta humana
que acaso pueda ser educativo
para las aves y para los peces,
para los celentéreos y mamíferos,
dirigido lo mismo a las amebas
más simples
como a cualquier especie vertebrada.
Ya nuestra sociedad está madura,
ya el hombre dejó atrás la
adolescencia
y en su vejez occidental bien puede
servir de ejemplo al perro
para que el perro sea
más perro,
y el zorro más traidor,
y el león más feroz y sanguinario,
y el asno como dicen que es el asno,
y el buey más inhibido y menos toro.
A toda bestia que pretenda
perfeccionarse como tal
—ya sea
con fines belicistas o pacíficos,
con miras financieras o teológicas,
o por amor al arte simplemente—
no cesaré de darle este consejo:
que observe al homo sapiens, y que
aprenda.
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.