jueves, 6 de febrero de 2014

GARCILASO DE LA VEGA, PADRE DE LA POESÍA MODERNA ESPAÑOLA

Se suele considerar a Garcilaso como el padre de la poesía moderna española.  Garcilaso supo aclimatar las novedades que aportaba la poética petrarquista y, lo que es más importante, supo trasladar estas novedades al verso castellano.A partir de 1543, fecha de la publicación de la poesía de Garcilaso por la viuda de Boscán, la obra de Garcilaso tuvo una notable influencia. Fueron muchos los poetas que siguieron su estilo. Incluso la obra de autores como fray Luis de León o San Juan de la Cruz no podría explicarse sin tener presente la influencia de Garcilaso.

Ya en 1574, el filólogo Francisco Sánchez de las Brozas "El Brocense" publicó una edición anotada de la obra de Garcilaso y lo mismo hizo Fernando de Herrera unos años después. Ambos estudios dan fe de que Garcilaso obtuvo rápidamente la consideración de poeta clásico.

Durante el Barroco, tanto Lope de Vega como Quevedo tuvieron a Garcilado por maestro indiscutible y admiraron la claridad de su lenguaje.

En el siglo XVIII se continuó valorando positivamente la obra de Garcilado y lo mismo ocurrió en la época de Bécquer (segunda mita del siglo XIX).

Ya en el siglo XX, los poetas de la Generación del 27 demostraron su admiración por Garcilaso. Así, Pedro Salinas tituló una de sus obras con un verso de Garcilado: La voz a ti debida.

En la poesía de los años 40, el nombre del poeta sirvió para denominar una de las aventuras poéticas más interesantes de la posguerra; la revista Garcilaso, dirigida por el poeta y académico José Garcia Nieto. Con esta revista se pretendió recuperar la belleza estética y el sentido clasicista que caracteriza la poesía de Garcilaso.


 Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
que buen caballero era.
  Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
que buen caballero era.
  ¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.

                 Rafael Alberti, 1924

Su obra es relativamente breve y fue preparada para su edición por su amigo Juan Boscán y publicada en 1543.


  •  Oda a la flor de Gnido.
  • Una epístola en verso a Juan Boscán.
  • Dos elegías.
  • Tres églogas.
  • Cuatro canciones (8).
  • Treinta y ocho sonetos (40).
  • Poesía tradicional y cancioneril.

ODA A LA FLOR DE GNIDO

Si de mi baja lira 7a                                                           heptasílabo

tanto pudiese el son que en un momento 11B   endecasílabo

aplacase la ira 7a                                        rima consonante
del animoso viento 7b
y la furia del mar y el movimiento, 11B            Lira

y en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas
los árboles moviese
y al son confusamente los trujese,

no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido […]


Garcilaso y los poetas garcilasistas tomaron como modelo poético el Cancionero de Petrarca. Para los petrarquistas, el cancionero es una obra unitaria en la que cada poema equivale al capítulo de una obra narrativa de tema amoroso.

El Cancionero de Petrarca está dividido en dos grandes partes: 

- Un conjunto de poemas dedicados a su amada mientra ésta vivía: las "Rimas en vida de Laura".
- Un conjunto de poemas escritos a la memoria de su amada, una vez que ella ha muerto: Las "Rimas en muerte de Laura".

El conjunto se completa con un soneto que realiza las funciones de prólogo y otro más que hace las veces de cierre o conclusión. En este último soneto, Petrarca busca el consuelo eterno con una oración dirigida a la Virgen.

La obra de Garcilaso muestra una organización similar a la de un cancionero a la manera petrarquista, si bien no tiene una organización tan perfecta como el Cancionero de Petarca. Y lo mismo que ocurre con Petrarca, la historia amorosa de Garcilaso tiene un punto central de referencia: la muerte de su amada Elisa (Isabel Freyre) en el año 1534. Dos años antes, el poeta había estado en Nápoles, donde había acabado de asimilar la poética italiana.
Su gran aportación fue la aclimatación del  endecasílabo y el soneto:
El endecasílabo
Frente a la versificación predominante en el siglo XV (versos de arte menor y versos dodecasílabos), la poesía renacentista hace común el uso de endecasílabos o verso de 11 sílabas. El endecasílabo permitía una fluidez melódica y una variedad ritmica mayores que cualquieer otro verso. Así, por ejemplo, de acuerdo con la posición obligatoria de los acentos se distinguen varios tipos de endecasílabo:

-Endecasílabo enfático. Lleva acentos obligatorios en 1ª y 6ª sílabas. Ejemplo:
Válgame ahora haber jamás probado.
Endecasílabo heroico. Lleva acentos obligatorios en 2ª y 6ª sílabas. Ejemplo:
Dafne ya los brazos le crecían.
Endecasílabo melódico. Lleva acentos obligatorios en 3ª y 6ª sílabas. Ejemplo:
A la entrada de un valle, en un desierto.
Endecasílabo sáfico. Lleva acentos obligatorios en 4ª y 6ª sílabas. Ejemplo:
¡ Oh miserable estado, oh mal tamaño!.
El estilo literario de Garcilaso presenta una clara evolución desde una posición próxima a la lírica cancioneril, propia de la poesía castellana de finales del siglo XV y principios del siglo XVI, hasta la asimilación de las formas y de los procedimientos petrarquistas.
En cuanto al lenguaje, la relación con la lírica cancioneril está presente en los juegos retóricos y conceptuales. Así, en el Soneto I, Garcilaso hace uso del poloptoton o derivación, recurso conceptista muy utilizado en la lírica del siglo XVI.

El estilo propio de Garcilaso se consolida durante su estancia en Nápoles. Allí, a través de la influencia de Sannazaro, el poeta incorpora a su estilo el epíteto. Este recurso se aplica sobre todo a la descripción de la naturaleza, que se percibe en sus rasgos arquetípicos de perfección y armonía y se convierte en el escenario apropiado donde transcurre el amor.

Caracterizan a este nuevo estilo poético de plenitud de la poesía de Garcilaso la mayor riqueza léxica y sensorial, y la tendencia a remansar la expresión mediante el desdoblamiento de términos sinónimos.

Dos son los temas principales a la poesía de Garcilaso de la vega: el amor y la naturaleza.

El amor es el tema dominante en Garcilaso. La inspiración para su poesía amorosa la encontró el poeta en la pasión que despertó en él Isabel Freyre.

El sentimiento amoroso vivido por Garcilaso como una experiencia dolorosa, que él acepta resignadamente. Esta expresión dolorida del sentimiento amoroso fue originada por la actitud indiferente de Isabel Freyre y por el dolor que produjo en el poeta la muerte de su amada. En la Égloga I se describe esta situación a través del desdoblamiento del poeta en los dos protagonistas del poema: Salicio, quien se lamente de la inconstancia de su amada Galatea, y Nemoroso, que llora la muerte de Elisa.

Como vemos, el sentimiento amoroso en Garcilaso presenta una gran autenticidad, característica que confiere a su poesía amorosa uno de sus mayores méritos. Por otra parte, la concepción amorosa de Garcilaso se inscribe en la tradición platónica, que rechaza el amor concupiscente frente al amor de tipo espiritual. A pesar de ello, es frecuente en su poesía la presencia de cierto sensualismo en la descripción física de su amada.

La naturaleza aparece en las églogas, cuando el poeta ha alcanzado ya su plenitud de estilo.

  NEMOROSO
Corrientes aguas puras, cristalinas;
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno;
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueĖo reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.
Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso, en el reposo
estuve tan contento y descansado.
  
                       
Con mi llorar las piedras enternecen       Confidente que escucha y consuela.
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan;
las aves que me escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado
sueĖo por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
a los que tú hiciste.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
               Égloga I
¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
     cuando en aqueste valle al fresco viento
     andábamos cogiendo tiernas flores, 

     que había de ver, con largo apartamiento,
     venir el triste y solitario día
     que diese amargo fin a mis amores?
     El cielo en mis dolores
     cargó la mano tanto
     que a sempiterno llanto
    y a triste soledad me ha condenado
     y lo que siento más es verme atado
     a la pesada vida y enojosa,
     solo, desamparado, 

     ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa.

    Divina Elisa, pues agora el cielo
     con inmortales pies pisas y mides,
     y su mudanza ves, estando queda,
     ¿por qué de mí te olvidas y no pides
     que se apresure el tiempo en que este velo
     rompa del cuerpo y verme libre pueda,
     y en la tercera rueda,
     contigo mano a mano,
     busquemos otro llano,
     busquemos otros montes y otros ríos,
     otros valles floridos y sombríos
     donde descanse y siempre pueda verte
     ante los ojos míos,
     sin miedo y sobresalto de perderte?
 


La naturaleza en el poeta toledano, dentro de la tradición bucólica y pastoril de la Arcadia de Sannazaro, se identifica en términos generales con el tópico de "locus amoenus". Es, por tanto, una naturaleza configurada a través de sus rasgos más positivos de acuerdo con unos modelos de perfección ideal.

SONETO PRÓLOGO
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

SONETO POR LA MUERTE DE LA AMADA

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.


MITOLOGÍA: EXPRESIÓN DE LA BELLEZA Y DE LOS SENTIMIENTOS
SONETO XIII (UN CASO DE METAMORFOSIS)

A Dafne ya los brazos le crecían                        Lo humano envuelve a lo vegetal.       

y en luengos ramos vueltos se mostraban;        Aspecto imperfectivo(pret. imperfecto).

en verdes hojas vi que se tornaban                      Epíteto.

los cabellos que el oro escurecían;                      Hipérbole.
                                                                                 DESCRIPTIO  PUELLAE (Metamorfosis)
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blandos pies en tierra se hincaban                    Lo vegetal envuelve a lo humano.
y en torcidas raíces se volvían.                             Hipérbaton, paralelismo, verbos a final del verso                

Aquel que fue la causa de tal daño,                               
a fuerza de llorar crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
                                                                                TEMA: EL AMOR INALCANZABLE 
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!                    QUE PROVOCA DOLOR EN EL AMADO
Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba.

El soneto XIII recrea un episodio de la Metamorfosis del poeta latino Ovidio: La ninfa Dafne, perseguida por Apolo, es transformada en árbol de laurel.
EL CARPE DIEM EN EL SONETO XXIII


En tanto que de rosa y d'azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
                                                                                 DESCRIPTIO PUELLAE
en tanto que'l cabello, que en la vena
del oro s'escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,                  Epítetos.
el viento mueve, esparce y desordena.               Gradación.

Coged de vuestra alegre primavera                       TEMA: CARPE DIEM
el dulce fruto, antes que’l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,                          Metáforas, hipérbaton
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

LA NATURALEZA Y LA MITOLOGÍA EN LA ÉGLOGA III

Cerca del Tajo, en soledad amena,               LOCUS AMOENUS
de verdes sauces hay una espesura
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la vista y el oído
.

Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo
en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba,
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombras lleno
.

Moviola el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo;
las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo;
secaba entonces el terreno aliento
el sol, subido en la mitad del cielo;
en el silencio solo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
(...)

Poniendo ya en lo enjuto las pisadas,
escurrieron del agua sus cabellos,
los cuales esparciendo, cobijadas
las hermosas espaldas fueron de ellos.
Luego sacando telas delicadas,
que en delgadeza competían con ellos,
en lo más escondido se metieron,
y a su labor atentas se pusieron.


Las telas eran hechas y tejidas
del oro que el felice Tajo envía,
apurado después de bien cernidas
las menudas arenas do se cría:
y de las verdes hojas reducidas
en estambre sutil, cual convenía
para seguir el delicado estilo
del oro ya tirado en rico hilo.

(...)
Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.

Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía que,
porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la segura.
El va siguiendo, y ella huye 
como 
quien siente al pecho el odioso plomo.

Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero.

Velázquez pintó Las hilanderas en 1656 y en él unas hilanderas que están en primer plano tejen unos tapices o  telas que hacen referencia a mitos clásicos (Palas Atenea y Aracné). En la  Égloga III  unas ninfas tejen unas telas que relatan la historia de tres mitos recogidos en Las metamorfosis del poeta latino Ovidio. Dinámene " mostraba en la labor que había tejido, / pintando a Apolo en el robusto oficio ". La octava real y el endecasílabo utiliza Garcilaso en su composición métrica.


Es quizá la obra más lograda de Garcilaso.
Escrita en octavas reales, cuenta que, a orillas del Tajo, cuatro ninfas bordan en sus
telas sendas historias de amor y muerte: Orfeo y Eúridice, Dafne y Apolo, Venus y Adonis, Elisa y Nemoroso.
La inclusión de la historia amorosa de Garcilaso (Elisa=Isabel y Nemoroso= Garcilaso) supone una reelaboración artística considerable: la vida se transforma en poesía que, a su vez, se transforma en tema de pintura.


La nueva lengua poética de Garcilaso se ajusta a los ideales renacentistas:

NATURALIDAD
ELEGANCIA
SENCILLEZ
EQUILIBRIO
ARMONÍA
El lenguaje es aparentemente sencillo, fluido y natural.
Busca el equilibrio clásico entre la pasión y la contención.
El deseo de armonía se refleja en la frecuente simetría
de sus estructuras simétrica: versos bimembres,
elementos duplicados o triplicados, paralelismos, etc.

SONETO XV

     Si quejas y lamentos pueden tanto
que enfrenaron el curso de los ríos
y en los diversos montes y sombríos
los árboles movieron con su canto;
     si convertieron a escuchar su llanto
los fieros tigres y peñascos fríos;
si, en fin, con menos casos que los míos
bajaron a los reinos del espanto:
     ¿por qué no ablandará mi trabajosa
vida, en miseria y lágrimas pasada,
un corazón comigo endurecido?
     Con más piedad debria ser escuchada
la voz del que se llora por perdido
que la del que perdió y llora otra cosa.

LEE EL SIGUIENTE MITO

ORFEO Y EURÍDICE
Cuentan las leyendas que, en la época en que dioses y seres fabulosos poblaban la tierra, vivía en Grecia un joven llamado Orfeo, que solía entonar hermosísimos cantos acompañado por su lira. Su música era tan hermosa que, cuando sonaba, las fieras del bosque se acercaban a lamerle los pies y hasta las turbulentas aguas de los ríos se desviaban de su cauce para poder escuchar aquellos sones maravillosos.
Un día en que Orfeo se encontraba en el corazón del bosque tañendo su lira, descubrió entre las ramas de un lejano arbusto a una joven ninfa que, medio oculta, escuchaba embelesada. Orfeo dejó a un lado su lira y se acercó a contemplar a aquel ser cuya hermosura y discreción no eran igualadas por ningún otro.
    - Hermosa ninfa de los bosques –dijo Orfeo-, si mi música es de tu agrado, abandona tu escondite y acércate a escuchar lo que mi humilde lira tiene que decirte.
    La joven ninfa, llamada Eurídice, dudó unos segundos, pero finalmente se acercó a Orfeo y se sentó junto a él. Entonces Orfeo compuso para ella la más bella canción de amor que se había oído nunca en aquellos bosques. Y pocos días después se celebraban en aquel mismo lugar las bodas entre Orfeo y Eurídice.
    La felicidad y el amor llenaron los días de la joven pareja. Pero los hados, que todo lo truecan, vinieron a cruzarse en su camino. Y una mañana en que Eurídice paseaba por un verde prado, una serpiente vino a morder el delicado talón de la ninfa depositando en él la semilla de la muerte. Así fue como Eurídice murió apenas unos meses después de haber celebrado sus bodas.
    Al enterarse de la muerte de su amada, Orfeo cayó presa de la desesperación. Lleno de dolor decidió descender a las profundidades infernales para suplicar que permitieran a Eurídice volver a la vida.
    Aunque el camino a los infiernos era largo y estaba lleno de dificultades, Orfeo consiguió llegar hasta el borde de la laguna Estigia, cuyas aguas separan el reino de la luz del reino de las tinieblas. Allí entonó un canto tan triste y tan melodioso que conmovió al mismísimo Carón, el barquero encargado de transportar las almas de los difuntos hasta la otra orilla de la laguna.
    Orfeo atravesó en la barca de Carón las aguas que ningún ser vivo puede cruzar. Y una vez en el reino de las tinieblas, se presentó ante Plutón, dios de las profundidades infernales y, acompañado de su lira, pronunció estas palabras:
    - ¡Oh, señor de las tinieblas! Héme aquí, en vuestros dominios, para suplicaros que resucitéis a mi esposa Eurídice y me permitáis llevarla conmigo. Yo os prometo que cuando nuestra vida termine, volveremos para siempre a este lugar.
    La música y las palabras de Orfeo eran tan conmovedoras que consiguieron paralizar las penas de los castigados a sufrir eternamente. Y lograron también ablandar el corazón de Plutón, quien, por un instante, sintió que sus ojos se le humedecían.
    - Joven Orfeo –dijo Plutón-, hasta aquí habían llegado noticias de la excelencia de tu música; pero nunca hasta tu llegada se habían escuchado en este lugar sones tan turbadores como los que se desprenden de tu lira. Por eso, te concedo el don que solicitas, aunque con una condición.
    - ¡Oh, poderoso Plutón! –exclamó Orfeo-. Haré cualquier cosa que me pidáis con tal de recuperar a mi amadísima esposa.
    - Pues bien –continuó Plutón-, tu adorada Eurídice seguirá tus pasos hasta que hayáis abandonado el reino de las tinieblas. Sólo entonces podrás mirarla. Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre.
    - Así se hará –aseguró el músico.
    Y Orfeo inició el camino de vuelta hacia el mundo de la luz. Durante largo tiempo Orfeo caminó por sombríos senderos y oscuros caminos habitados por la penumbra. En sus oídos retumbaba el silencio. Ni el más leve ruido delataba la proximidad de su amada. Y en su cabeza resonaban las palabras de Plutón: “Si intentas verla antes de atravesar la laguna de Estigia, la perderás para siempre”.
    Por fin, Orfeo divisó la laguna. Allí estaba Carón con su barca y, al otro lado, la vida y la felicidad en compañía de Eurídice. ¿O acaso Eurídice no estaba allí y sólo se trataba de un sueño?. Orfeo dudó por un momento y, lleno de impaciencia, giró la cabeza para comprobar si Eurídice le seguía. Y en ese mismo momento vio como su amada se convertía en una columna de humo que él trató inútilmente de apresar entre sus brazos mientras gritaba preso de la desesperación:
    - Eurídice, Eurídice...
Orfeo lloró y suplicó perdón a los dioses por su falta de confianza, pero sólo el silencio respondió a sus súplicas. Y, según cuentan las leyendas, Orfeo, triste y lleno de dolor, se retiró a un monte donde pasó el resto de su vida sin más compañía que su lira y las fieras que se acercaban a escuchar los melancólicos cantos compuestos en recuerdo de su amada.